Puente

1995 – 1996

La pintura me ha revelado territorios del cuerpo propio, él está en la mirada que selecciona lo que desea ver, en el tacto que devela su textura, en los ‘tiempos’ que expone la construcción de su superficie. Está también en el ritmo del pincelar; revelándonos a nosotros mismos, tal vez re-presentándonos a través de lo que representamos.

En esta serie,  el cuerpo de la pintura,  y el cuerpo del que pinta, se entrecruzan.

El soporte se vuelve pantalla donde me proyecto, no me represento, calco mi sombra.